El eco de la creación

Bajo las escaleras que se elevan sobre la puerta del sótano le puedes encontrar, con sólo seis años, dibujando en un cuaderno la rotación de la Luna, viendo cómo se filtra su luz por los barrotes de la terraza e ilumina, si abre la puerta, los trastos olvidados del viejo sótano. Cuarenta años después, es el encargado de un pequeño observatorio astronómico ubicado en un parque natural. La financiación para el mantenimiento de ambos, del observatorio y de N5, proviene del ayuntamiento local que, de esta manera, premia la lealtad de los directores de colegio afiliados al partido, ofreciéndoles clases extraescolares sobre los orígenes del universo. Los agradecidos padres saben compensar tamaño gesto con generosas donaciones que contribuyen a la excelencia de la formación de sus privilegiados vástagos.

N5 obtiene su grado en Física con facilidad, se doctora con una tesis acerca de la radiación de microondas creada por el big bang, también llamada “el eco de la creación”, consigue un puesto como profesor en la facultad de ciencias del condado y se enamora de una joven estudiante de cuarto, ella también se enamora de él, el problema viene con la separación. N5 no quiere seguir, pero ella sí. El despecho hace el resto, es acusado de abuso de poder, condenado a una inhabilitación de cuatro años y expulsado de la facultad; recuerda tarde el refrán popular que versa, «quien con niños se acuesta…».

Carga la estufa de leña y echa un tronco de roble en la chimenea, da un sorbo al té y encaja su cuenca ocular en la montura de su SCHMIDT-CASSEGRAIN, su compañero de viaje, su telescopio catadióptrico que le permite navegar por el Sistema Solar cuando da clase de surf galáctico a los anodinos escolares, al tiempo que le da cobertura para escrutar el cielo profundo cuando se enrosca en sí mismo y viaja junto a Newton y Einstein por aquellas zonas del universo tan lejanas, que la luz de las estrellas que allí se consumen, aun viajando a trescientos mil kilómetros por segundo durante trece mil millones de años, no ha llegado todavía hasta nosotros.

Hoy no le ha llamado X0; a media hora en moto hay un faro marino donde una antigua profesora de bachillerato, especializada en lengua y literatura, harta de jóvenes superficiales y directores obsesionados con mantener el sillón, se ha auto exiliado como farera en la costa del Cárrega, y desde entonces allí pasa sus días haciendo labores de mantenimiento y luchando con las gaviotas, por un territorio que no siempre está claro a quién pertenece, si al mar, a las gaviotas o a la marina mercante que paga religiosamente su sueldo desde hace más de quince años.

X0 conoció a N5 en un evento político en el que se jugaban el poder continuar; él, con su observatorio astronómico y ella con su faro. Debían convencer a dos alcaldesas y a las asociaciones de padres de la comarca, de la necesidad de financiar sus armónicas, bellas y estériles vidas, al tiempo que la dinamización económica de la comarca, a  cambio de esto, ofrecían a sus bienaventurados hijos, la posibilidad de experimentar las fuerzas de la naturaleza en libertad. Por un lado, las del océano en su inmensidad incontrolable, y por el otro, las del cosmos en su insondable belleza. Pero, ¿a quién le preocupa la política socioeconómica del sur del Cárrega, cuando lo estamos comparando con la contemplación del universo, o con las gigantescas olas del océano acercándose hieráticas hacia el faro oxidado e imponente?

N5 barre el perímetro asfaltado del observatorio mientras medita recitando un mantra que ha creado él mismo para no pensar en nada o, al menos, observar lo que piensa y no dejarse arrastrar por ese bucle de culpa, plenitud y rencor en el que se ha convertido su mente, la antena que le mantiene comunicando con el Todo.

Mira al cielo y piensa en lo que pasaría si el Sol desapareciera de repente; como si se quitara el peso de un gigante de una cama elástica, todo saltaría por los aires rebotando hacia arriba a la velocidad de la luz. El Sistema Solar surcaría el cosmos tras haber asistido al colapso de su estrella central.

N5 echa dos leños a la chimenea, uno de pino, otro de roble y abre una cerveza. Está preparando una cena especial, ha dejado colocado el telescopio mirando a una estrella cuya luz tarda en llegar a la Tierra, justo los años que hoy cumple X0.

Lo están pasando bien, una botella de cava, lasaña de verduras y la joya de la corona, su montura ecuatorial alemana para cabalgar por el cielo profundo enfocando durante días la misma estrella, mientras disfruta con su compañera de exilio de la única pasión que para él tiene sentido, explorar el fondo cósmico.

 X0, con cara de niña traviesa, sale hacia el coche, abre la puerta del copiloto, busca en la guantera y regresa con un sobre marrón lleno de sellos oficiales, les han concedido la licencia por tres años más ¡Regalazo!

A N5 le encanta surfear por el cosmos de la mano de X0. Llevan años visitando planetas, estrellas y galaxias, pero desde hace unas semanas hay una estrella que, como la que le ha regalado hoy a X0, su luz tarda en llegar a la Tierra los años que él lleva en ella. La descubrió buscando una que regalarle a X0. Cuando encontró a ψ5 Aurigae, cuya luz tarda cincuenta y cuatro años luz exactamente en llegar a la Tierra, sintió que era algo más que un punto en el cielo profundo unido a él por su fecha de nacimiento. Desde entonces no puede dejar de observarla, tiene que obligarse a parar a comer, tomarse un té o descansar. Su luz le tiene absorto, cuando la mira siente hormigueo en las palmas de las manos, sensaciones holotrópicas por la alteración del suministro de oxígeno y anhídrido carbónico en el torrente sanguíneo. Es increíble, a los cinco minutos de estar observándola siente lo mismo que después de varias horas de meditación, ¿Qué está pasando?

Se lo comenta a X0 y esta le sugiere que desvíe la atención; vieja práctica utilizada cuando la Kundalini se despierta y sientes que su energía puede romperte por la mitad. La base de la técnica consiste en no prestarle demasiada atención, hacer como si fuera lo más normal del mundo, sentir como algo te sube a toda pastilla desde el coxis hasta la boca del estómago, y sigue ascendiendo hasta reventar en mil pedazos la corteza de tu cráneo, justo por encima de la glándula pineal.

 N5 aplica la técnica con escasos resultados. Lo cierto es que no quiere bajar el nivel de intensidad que siente al observar ψ5 Aurigae. Para él, es una certeza que la luz que le llega de ella esconde un código a descifrar y que, en cuanto consiga averiguarlo, le mantendrá unido a ella para siempre. Volverá a ser un haz de fotones recorriendo los millones de años luz que le ofrece el inagotable cielo profundo, un universo detrás de otro, un big bang tras otro. Recuerda las palabras de su adorado, J.B.S. Haldane, padre del neodarwinismo, “El universo no sólo es más raro de lo que suponemos, sino que es más raro de lo que podemos suponer”.

X0 le pasa la mano lentamente por la cabeza masajeándole el cuero cabelludo, le besa en los labios, en el cuello, en las sienes, le indica la cama y hacen el amor. Para N5 todo es luz, remolinos de partículas y ondas danzando fuera y dentro de su cuerpo, de su mente, de sus sentidos. Se levanta, hace un té y le ofrece a X0 una taza y un asiento frente al telescopio. La obsesión con ψ5 Aurigae se hace evidente; X0 ya ha vivido momentos de una gran carga psíquica con N5, dado a los excesos de la imaginación y de la creatividad sin fronteras.

N5 admira a C.G. Jung y le fascina la psicología transpersonal, a la que este genio abrió la puerta a discípulos aventajados como Stanislav Grof. Años leyendo, años investigando, años practicando y ahora, justo ahora, siente esa luz entrando en su mente, en su cuerpo, no puede dejar de pensar en ella, de sentir como si fuera ella… X0 golpea a N5 para que reaccione, no se mueve, no responde, está sentado, fusionado con su SCHMIDT-CASSEGRAIN… X0 observa como N5 se desvanece ante ella, quiere tocarle pero ya es tarde, ha pasado al otro lado, la diabólica velocidad le ubica en un tiempo más lento, en un tiempo que retrocede… X0 quiere besarlo, N5 siente como una ola de nostalgia infinita recorre su piel y se concentra en saber decir adiós para siempre a lo que muere, al espacio y al tiempo finito.

Fuera, en la noche oscura, en la frontera entre el cielo profundo y el mar, suena el eco de la creación.

  • Fotocomposición de la mágica pintora Nela Prieto.

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