A finales de la década de los 60, nace un niño en Castilla, tierras de la Ribera del Duero, a quien bautizaron con el nombre de sus ancestros, Benjamín, y quien evidentemente venía con planes propios, lejos de los convencionalismos familiares.
Su mirada, desde muy temprana edad era curiosa, fascinada por el mundo y las personas. Los niños de su edad estaban bien para pasar un rato, pero prefería observar el comportamiento de los adultos y jugar en solitario. A medida que fue cogiendo autonomía, tuvo la suerte de iniciar un camino errante en un momento en que en los pueblos se respiraba tranquilidad, debido a la profesión de su padre, médico rural; con lo que solo o con sus amigos del momento se dedicaba a explorar con total libertad la exuberancia de un entorno natural prácticamente virgen. Aventuras que acompañaba de una imaginación desbordante y de la referencia de aquellos primeros libros que cayeron en sus manos y que despertaron su amor por la lectura; como las historias de «Los Tres Investigadores» o las novelas de aventura de «Editorial Salgari».
Disfrutando de un universo privilegiado, de repente cambia su forma de relacionarse con el mundo, y se encuentra internado con los Maristas, la mejor opción educativa de la zona en aquellos momentos. Años que vive inmerso en el análisis del comportamiento de los individuos, del grupo, de las figuras de autoridad, etc; construyendo una personalidad fuerte y crítica, capaz de analizar y descubrir la forma de siempre salirse con la suya. Hasta que finalmente llega el momento en que considera que no hay más que aprender ahí y despierta un Benjamín rebelde… con las instituciones, con la gerontocracia, con las imposiciones…
Esta rebeldía le llevó a continuar su formación en un instituto mixto, donde manteniendo esta nueva actitud, descubrió que era seductora y atractiva, así que la alimentó hasta un punto tal, que justo en el momento en el que quería abandonar sus estudios, aparecieron dos maestros capaces de ejercer su profesión con sabiduría, llegando al entendimiento de esa energía desfogada y convenciendo a unos cuantos para participar en el teatro. Y es aquí cuando él encuentra su amor en el arte y el conocimiento, aquellos profesores, no sólo encauzaron toda su energía sino que estimularon su pensamiento presentándole a autores clásicos, filósofos, escritores contemporáneos y demás; libros que fue devorando uno tras otro con una avidez inusitada.
Con ello decidió dar forma a toda esa avalancha de información titulándose como periodista. Pero claro, tienes que atenerte a las consecuencias cuando se le da fuego a un pirómano. Sus habilidades dialécticas pasaron de tener tonos gamberros a construir discursos irreverentes, cínicos y sarcásticos, siempre con su espontaneidad satírica y burlona, consiguiendo desarmar a quien provocaba.
Es con esta efervescencia mental que acompañó de viajes iniciáticos a la India, a Alemania (curiosamente Berlín justo en el momento de la caída del muro), y a un sin fin de lugares, lo que le despertó su deseo por la escritura, su primeros poemarios y dos de sus novelas, una publicada en este blog, llamada «Retrato de un complejo».
Continúa su formación con el Doctorado, que le lleva a explorar el mundo de la mística, la alquimia, la simbología… de la mano de Cirlot. En éste tiempo, junto a algunos de sus compañeros, realiza otro viaje que marca un antes y un después: México. Entre muchos otros viajes intermedios, ya que no ha sabido quedarse nunca muy quieto. Es aquí en México, donde encuentra inspiración para «Zipolite», una auténtica locura, pero que quiere como a ninguna otra de sus obras.
Ya iniciando su vida profesional, después de algunos cuantos experimentos, se incorpora como Director de I+D en una ONG internacional, llevando a cabo investigaciones e informes sobre drogodependencias y la oferta asistencial que se da para paliarlas desde las Instituciones; viajando por diferentes países de América y Europa presentando sus conclusiones. Trabajo que realizó con satisfacción y reconocimiento, pero que tenía enclaustrado al artista. Y cuando por fin lo dejó salir, prácticamente de una sentada escribió sus dos siguientes novelas: La Nómina y La sonrisa de la Habana.
Ya sabiéndose escritor, era evidente que todos sus esfuerzos profesionales a partir de entonces iban a ir solamente encaminados a financiar su arte. De ello nace la más reciente y última novela escrita hasta hoy “Vendedores de Memoria” donde nos lleva a un mundo casi pos apocalíptico y nos deja con la miel entre los labios y la intriga de una segunda parte; la cual aparecerá como consecuencia de una sorpresa que evidentemente no puedo adelantar… Mientras tanto, su interés se centra de manera creciente en el conocimiento de sí mismo y del Ser.
A partir de aquí, se inicia una trayectoria que trasciende el foco de la materia y le lleva a ser consciente de todas y cada una de las áreas de su ser, empezando por el cambio en la alimentación, llevándole hoy a ser vegetariano y macrobiótico; a practicar Reiki, Qi Gong y meditación a diario; y además a investigar sobre las fusiones que estamos viviendo entre ciencia, filosofía y espiritualidad.
Con esta evolución, física, mental y espiritual, decide compartir sus descubrimientos y opiniones a través de artículos que realmente nos rompen la cabeza (opinión compartida por varios de sus lectores) y que publica en la pestaña de «Zona Psicoactiva».
Personalmente he de decir que es una de las mentes más hermosas y privilegiadas que he conocido, y que espero que os enamore tanto como lo ha hecho conmigo.
Su compañera en el camino Angélica Rodríguez.