Escupe sangre al terminar de hablar ante la muchedumbre, no siente los labios, nunca ha tenido que padecer una impostura semejante, hacerse pasar por minero ante cientos de curtidos profesionales del sector, obreros veteranos de uno de los trabajos más duros del planeta. Ahí los tiene, caras planas sin expresiones definidas, mirándole, suplicándole una solución a todos sus males, una fórmula política que, con un voto, les saque de la miseria para siempre.
El sindicato lo dará todo por extorsionar a sus adeptos, por defender sus derechos y cobrar el máximo por cada uno de ellos. Cuando tu hermano te roba sabe peor que si lo hiciera tu peor enemigo.
Termina la charla en la sala de conferencias de la patronal, nunca habría pensado que su discurso en defensa de los obreros fuera tan acorde con aquel que les niega derechos básicos y les vende, como si fuera una sala de relax en Princeton, que tengan un sitio decente donde comer y otro donde defecar.
R3 vende derechos básicos como si fueran grandes gestos de la patronal de cara a la masa obrera que no sabe si respira o se muere, que no está formada, que no está preparada para defenderse pero siente que les están fornicando a lo grande. Bebe agua y sale a darlo todo en otra junta donde derechos y mentiras seculares se dan la mano para sobrevivir.
Sale de un edificio de madera metálica y cristal. Un niño autista y un matrimonio fallido lo esperan en @22. ¿A cuántos de mi clase social tendré que engañar para cobrar lo mismo que los de arriba? Le da igual, la educación especial es muy cara y un líder sindical no puede dejar tirado a un niño obrero, a un niño en peligro de exclusión. Los trabajadores y educadores sociales han sido engullidos por la política y los sindicatos, el institucionalizado Tercer Sector y el gobierno de turno; ya no tienen más que decir que la crítica predeterminada y el llanto eterno del que nunca dejará de pedir, del que nunca dejará de tener hambre: siempre les ayudaremos, seremos los eternos programas de ayuda social que nunca liquidan el problema, porque están subvencionados por los que crean el problema, un eterno retorno demencial en el que la supervivencia de los buenos depende de que los malos singan haciendo el mal. Un sistema antropófago donde aquellos que ayudan a los que están en peligro de exclusión social, son financiados por los sátrapas que trafican con sus destinos. Sin faltar nunca la perla del lupanar, la excepción que confirma la regla, los salvadores de la periferia fotografiados con un miembro que ha conseguido la inserción social. Son la eterna santa Teresa de Calcuta, los que curan todas las enfermedades porque ellos viven de estar ahí, en las últimas fronteras, con los pobres radicales, violados, ultrajados… Estos especialistas les acompañan en el proceso de descomposición social y son alimentados por las políticas de prevención que delimitan y definen el estigma pero que nunca terminan con él; muy al contrario, los estudios que realizan ponen en evidencia que, a pesar de su intervención con los más desfavorecidos, cada año hay más, parece ser que ponerlos en el radar los multiplica.
Por fin llega a casa, su perra se ha meado en la alfombra y su exmujer le ha dejado diez mensajes de ultimátum por no haber ido a buscar a su hija a la salida de clase de judo, pero ha dado cuatro conferencias para captar adeptos para el sindicato, debe hacer propaganda para defender a los vulnerables al tiempo que genera más vulnerables en la eterna familia de los excluidos. Con la boca seca abre una cerveza y se derrumba en el sofá frente al televisor que le programa para ser un fiel adepto a la cadena que sirve a la patronal contra la que ha luchado todo el día, todo el mes , todo el año, toda la vida.
- Portada del mágico Pablo Buisan @buisanpablo