Camina despacio, con el ritmo del que ya ha muerto y resucitado varias veces. Abrigo gris por encima de las rodillas, pantalones negros, calcetines verdes con lunares rojos, zapatos negros, corbata burdeos, camisa blanca, gafas de pasta negras, sombrero marrón y bastón esmeralda con empuñadura de plata inca; atraviesa las puertas del santo grial de la comunicación andina, está saliendo del Mystic Pilots, el centro de contacto desde el que comerciales especializados conectan los productos y servicios de las familias residentes en los acantilados del Huayna Picchu, con los clientes del Valle Sagrado, los del resto del continente y los de la vieja Europa.
En Cusco, a dos calles de la Plaza de Armas, V5 deambula con la brújula pendiente de encontrar el norte. Sus negocios en la ciudad se han expandido a buen ritmo, el Mystic Pilots, Andian, una tienda donde vende prendas de lana de alpaca, dos joyerías especializadas en oro inca y un alojamiento turístico, el Inti Guest House, con diez apartamentos eco sostenibles, sólo acepta veganos y vegetarianos, prohibido alojarse con niños, no hay problema con mascotas de cualquier tipo; cierran el listado de sus negocios, dos taxis que recorren la ciudad las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Ha quedado con sus pilotos en el restaurante del Inti; le entregan el botín. Cusco, la ciudad con forma de jaguar, es una mina de oro, un flujo inagotable de turistas transita sus alucinantes callejones los doce meses del año. Pero, hoy no es su día, ha estado con la chamana y le ha recomendado parar, volver a sus orígenes, a la esencia de aquel chaval de 23 años, recién licenciado en turismo, con ganas de descubrir a todos los visitantes de Cusco que no sólo está el Valle Sagrado, el Machu Picchu y el Huayna Picchu, que hay innumerables asentamientos cubiertos por la selva esperando ser descubiertos; él los conocía, como todos los chavales de la zona, sólo necesitaba financiación y, por fin, tras una década de lucha, lo ha conseguido, es un prometedor empresario, sólo necesita que le concedan la licencia del ministerio para excavar y, en cuanto la tenga, lo hará, sacará a la luz una red de maravillas arqueológicas que sacudirán el sector turístico hasta sus cimientos. Tanto, que sus ancestros lo sentirán desde sus sagradas tumbas. Hará desaparecer la selva que oculta esas ruinas milenarias de las que brotará el manantial inagotable de oro que palpita en sus entrañas.
Lo tiene todo calculado, pero hoy no puede. Se encamina al mercado, un zumo de fruta recién cortada le subirá la energía; está cerrado, hay policía en las inmediaciones, camina dos cuadras abajo y coge el atajo del…, tampoco, no puede volver al despacho. Mystic Pilots ha sido tomada por la policía, llama a Z6 y éste le comenta que han cortado Internet y que los asesores le están esperando para poder marchar a sus casas, ya que no pueden seguir trabajando «¿Cómo es que todo se viene abajo, al tiempo que mi cuerpo también me impide avanzar?», piensa V5 mientras su mano derecha busca en el bolsillo de la chaqueta el paquete de tabaco pero, ya no fuma; la ansiedad está inundando sus sentidos, comienza a tener problemas para respirar, si no se controla padecerá un ataque de pánico, toma consciencia de que es todo mental, se repone y se dirige a un agente de policía, le pregunta qué está pasando, éste le solicita identificación y le remite al sargento que, como comprobará en unos minutos, está inspeccionando su despacho. Vuelve a identificarse y le permiten acceder al edificio, saluda a la recepcionista, flanqueada por dos agentes que le impiden acercarse al ordenador o a cualquier dispositivo apto para transmitir información. Entra a su despacho, ahí está L7, el sargento al que no pagó lo que debía hace seis meses; se saludan con tensa cordialidad y V5 le pregunta a boca jarro por la cuantía de la donación que necesita la policía para combatir el crimen en la ciudad, y la repuesta no se hace esperar, tras un apretón de manos y una sonrisa cargada de odio, se despiden con el trato zanjado para los siguientes seis meses, momento en el que tendrá que hacer una nueva donación.
Tranquiliza al personal y todo el mundo vuelve a su puesto de trabajo. V5 gestiona el centro de contacto más importante de Perú en cuanto a ventas de software inyectable para turistas que desean tener experiencias místicas cuando visitan los lugares sagrados del Perú milenario. V5 ha construido una red con las principales agencias y promotores turísticos de Europa, para ofrecer experiencias únicas al visitar los lugares donde reside el alma de los habitantes de las cumbres de los Andes. Al llegar a Cusco se les instala en la médula el HTX y, desde ese momento, quedan absolutamente entregados a la magia de V5; asisten a sacrificios humanos en lo alto de las pirámides, participan en la cacería del jaguar siendo ellos los que le asestan el machetazo definitivo, arrancándole el corazón y dando el primer mordisco, caliente y palpitante; entran en minas rebosantes de oro, donde con un pequeño martillo llenan sacas del afrodisiaco mineral; vuelan junto al cóndor sobre las cumbres de Los Andes…, y todo esto lo hacen sentados cómodamente, con un zumo de fruta entre las manos, en Mystic Pilots, un suculento negocio que hasta hace unos días era el foco de su atención pero, no ahora, algo no funciona desde el encuentro con la chamana. Z6 le dijo que no fuera, que era peligrosa, que se había hecho con el control de gente mucho más poderosa que él; no le hizo caso, fue al encuentro y quedó subyugado por su aroma, por el color sobrenatural de sus ojos, por el movimiento de sus manos, por el sonido de sus pisadas al caminar junto a la hoguera, por sus labios susurrando la fórmula mágica que te induce hasta el centro de ti mismo.
Desde el encuentro con la chamana, sus negocios han quedado en un segundo plano, anda todo el día buscando algo que no acaba de saber qué es, lo siente en el pecho, pero no puede ponerle nombre ni darle forma. No desea conseguir nada concreto, sino alcanzar un estado de ánimo, sentir que dirige su vida, que es el creador de su universo, el ser que conoce el destino de todo y de todos; un estado en el que no existe el miedo, ni la agobiante sensación de sentir que siempre falta algo para la plenitud.
Suena el móvil, es Z6, jefe de operaciones de Mystic Pilots, hay un grupo de doce turistas esperando despegar hacia el viaje milenario por las almas sagradas de los símbolos incas. V5 es el encargado de recibirlos y explicarles lo que van a experimentar y, lo más importante de todo, que firmen el contrato sin leerlo en detalle, donde se exime a Mystic Pilots de cualquier responsabilidad, si al instalarles el HTX en la médula sufren cualquier tipo de efecto secundario, como parálisis parcial o total de las extremidades inferiores y un largo etcétera que se extiende por un interminable párrafo, justo debajo del lugar donde pone la cuantía que abonarán por el alucinante y arriesgado viaje que, dependiendo de los servicios adicionales contratados, en ningún caso bajará de tres mil dólares.
V5 sale de su hechizo y obsesión con la chamana y camina hacia la oficina. Cruza la Plaza de Armas y contempla con orgullo el logo resplandeciente de Mystic Pilots y, bajo él, un grupo de doce turistas sentados en el suelo tomando té de hojas de coca; probablemente esta misma noche alguno de ellos la estará esnifando, pero, eso a quién le importa, vayamos por partes; vienen aquí a disfrutar, a olvidarse de la presión asfixiante que sufren en sus trabajos, en sus familias, en su comunidad de iguales…
V5 les saluda con su bastón de empuñadura de plata inca y ellos, sólo con verlo, quedan fascinados, «¿qué hace un peruano caminando por Cusco, como si lo hiciera por los lisérgicos pasillos del Covent Garden londinense del siglo XX?», piensan y le saludan con su carita servil, mientras beben pequeños sorbos de té de coca para poder respirar. Les invita a que le acompañen al interior donde dispone de boxes con oxígeno para que recuperen el tono muscular y que vuelvan a sentirse felices.
Ya en las elegantes y minimalistas dependencias de Mystic Pilots, les van colocando las mascarillas y, mientras el oxígeno entra a borbotones por sus estresadas fosas nasales, V5 les va entregando el contrato que todos firman sin manifestar la mínima objeción. Cuando el grupo al completo ha recibido la dosis de oxígeno prescrita para estar abiertos a cualquier experiencia en la ciudad jaguar, llega Z6 con el médico, el informático y doce agujas enormes con el software inyectable listo para propulsar a la galaxia del Imperio inca a esos doce apóstoles del viaje de aventuras. No ha surgido ninguna complicación y los doce mystic pilots viajan cómodamente con una manta de alpaca arropando sus cuerpos y un zumo de fruta, recién cortada, junto a ellos por si en algún momento la experiencia deshidrata sus esforzados cuerpos.
V5 camina entre estos doce símbolos del amor a la experimentación extrema y siente admiración por ellos, están fundiendo sus ahorros a cambio de un abanico de servicios intangibles, de cuya experimentación sólo se llevarán a casa un amasijo de sensaciones que, sólo los más curtidos viajeros, fundirán con el flujo de sus vidas para para ampliar su visión y crear un punto de inflexión tras la experiencia.
Cuando llegan a V5 ya se han colgado a mil metros en los apartamentos flotantes del Valle Sagrado, han conducido por las letales carreteras del sur de México, atravesado los desiertos del norte de África y consumido todo tipo de sustancias en la cruel, despiadada y homicida Europa.
V5 pasea entre sus cuerpos y entre sus mentes, que se afanan por encontrar la experiencia definitiva, la que les muestre el camino hacia el placer que no termina, hacia la epifanía de vivir el hedonismo sin efectos secundarios. Z6 se acerca con sigilo a V5 y le toca en el hombro, el sargento de policía está en la puerta; junto al funcionario hay un niño de unos once años, rubio, con ojos azules… El sargento le comenta que es el hijo de un tal J2 que, según su información ahora está viajando por el universo inca, sentado en uno de los cómodos box de Mystic Pilots. V5 le dice que eso es imposible porque no admite clientes con niños; los doce turistas que tiene dentro, han llegado sin menores a cargo. El sargento le dice al niño que le muestre una foto de su padre, el chaval saca el teléfono y le muestra una imagen que en absoluto se parece a ninguno de sus clientes; le sabe fatal tener que decirle al niño que su padre no está ahí y, eso ya no se lo dice, que probablemente no volverá a verlo nunca. Los Andes son una zona peligrosa si tienes dinero y ganas de aventura; cualquier desaprensivo puede matarte con una mala inducción en la médula al implantarte un software hedonista de cualquier tipo. V5 mira al chaval, le acaricia la cabeza y le guiña un ojo al sargento para que se marche de una vez y le libre de esa triste escena. Vuelve dentro, los doce apóstoles de la experimentación extrema siguen viajando cómodamente por las entrañas del imperio inca.
V5 está resplandeciente, le ha llegado la notificación del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo; le conceden la licencia para retirar la selva de esas reliquias que esperan desde hace miles de años, devolverle el oro robado al pueblo del Reino de Mu; V5 y su chamana demostrarán que el continente perdido entre Asia y Sud América existió, el Reino de Mu, fue real y no sólo eso, sino que fue el que le transfirió a Egipto todo su conocimiento que luego fue vampirizado por Grecia, Roma…
La chamana dirige las excavaciones de V5, sacralizando cualquier vestigio de civilización, cualquier ritual enterrado en el barro centenario. No se exhuma un hueso, un altar o una pira funeraria sin que la chamana dé su bendición. Todo va según lo planificado, hasta que una noche con luna nueva, de una de las excavaciones llega un mensaje extraño, el trabajo de limpieza de una semana (se había despejado un tramo completo de una escalera y la parte superior de una altar de sacrificios), no ha servido de nada, cuando han llegado a la excavación, para seguir con los trabajos diarios, la selva había vuelto a ocupar el lugar de donde se le había echado, tanto la escalera como el altar habían vuelto a desaparecer bajo el espeso follaje.
V5 y la chamana parten hacia el lago Titicaca; en Puno, la cuidad más civilizada de la zona, les esperan para acercarles al lugar de los hechos, donde desde hace varios días los trabajadores se niegan a volver. Ya en la excavación, frente al espacio que la selva no quiere ceder a la humanidad, frente a las ruinas que protege en su vientre vegetal, la chamana comienza a meditar; V5 la contempla desde el campamento, de pronto ella se levanta y corriendo a cuatro patas, como si de un jaguar se tratara, se adentra en la maleza; una nube de aves despega justo por donde entró y comienzan a elaborar extrañas figuras en el aire, se unen y dispersan como si estuvieran guiadas por un control remoto; tras permanecer suspendidas en el aire durante unos segundos, formando un triángulo, caen muertas al suelo a escasos metros de V5 que, atónito, ve salir a la chamana de la jungla llena de arañazos y con la ropa hecha girones. Se levanta para ir a su encuentro y ella le hace un gesto para que no se acerque, se sienta en el suelo y comienza de nuevo a meditar, al cabo de un rato se levanta, se sienta junto a V5 y le dice que llame a los hombres, todo está solucionado. Llegan los empleados y atónitos contemplan el trabajo que durante una semana hicieron entre quince personas y cuatro máquinas desbrozadoras, ha vuelto a ser ejecutado en unas horas. Uno a uno le presentan sus respetos a la chamana y vuelven al trabajo.
V5 le pregunta por lo que acaba de pasar y ella le dice que no le habían pedido permiso a la Pachamama y por eso no podían avanzar. – Las ruinas que vamos a descubrir al mundo fueron uno de los centros ceremoniales más importantes de los Andes, miles de años antes de que aparecieran los incas. Aquí la naturaleza tiene mucho poder, me mudaré a Puno hasta que se terminen los trabajos – le comenta a V5 mientras se lava y se cambia de ropa. Vuelven a Puno, no deja de llover.
V5 de vuelta en Cusco continúa su rutina de conectar a turistas con sus anhelos de aventura y de sentirse seres únicos, a los que el cosmos tiene en cuenta para evolucionar. Pero, aparte de ganar dinero que le sigue dando placer, la rutina lo está matando, desea irse a Puno con la chamana, dejar los negocios en manos de Z6 y durante una temporada centrarse en sí mismo, preguntarse hacia dónde quiere ir. Todo va muy rápido, desea bajar el ritmo, respirar junto al lago. A la semana de haber vuelto a Cusco, lo organiza todo, deja al mando a Z6 y a T5 para que le eche un cable con las joyerías, los apartamentos, la tienda y los taxis; se sube al coche y conduce hacia Puno, necesita ver a la chamana. Ella le ha dicho que le espera, la excavación está muy avanzada, probablemente en medio año podrán comenzar a recibir turistas.
Se encuentran en Puno, V5 come pescado de la zona, a ella nunca le ha visto comer algo sólido, sólo toma zumos, infusiones y batidos. Se encaminan a la excavación, V5 se encuentra más intranquilo de lo habitual, en el trayecto está a punto de sufrir un ataque de ansiedad, comienza a agobiarse en el interior del coche, se siente atrapado y le cuesta respirar; con la excusa de tener que orinar, le dice al chófer que pare, se aleja de la carretera y se intenta relajar, se centra en el aire que entra y sale por sus fosas nasales, lo va consiguiendo, se va relajando, cree que ya puede volver al coche, lo hace y comprueba que ya no se siente atrapado en su interior, todo vuelve a la normalidad. Llegan al campamento y observa alucinado que los trabajadores parecen indígenas precolombinos, están medio desnudos, pintados, con plumas en la cabeza y van descalzos; pero, lo más extraño es que son los mismos que hace quince días iban con botas, pantalones y camisas contemporáneas – ¿Qué está pasando aquí? – se pregunta mientras baja del coche. La chamana, le coge de la mano y le sonríe calmándolo; se ha hecho de noche y encienden varias hogueras para preparar la cena y hacer una pequeña fiesta por la llegada del patrón. Hay luna llena y V5 puede contemplar las maravillosas ruinas que han hecho aflorar de la selva; un conjunto de cuatro pirámides y nueve altares para sacrificios humanos al dios Sol; como los celtas en Europa, estos pueblos sacrificaban a sus hijos para que la tribu progresara y estuviera protegida del hambre y de la violencia de otras tribus.
La chamana y V5 presiden la gran mesa que han preparado en el campamento, antes han estado a solas caminando entre las piedras milenarias; ella, le ha explicado porque los hombres visten de manera arcaica, como lo hacen aún las pocas tribus no contactadas, y otras muchas que no han querido o podido convertirse en extensiones del negocio de los hombres de las zonas civilizadas. – Visten así, porque era la única manera de que la naturaleza nos entregara su tesoro. Desde que volvimos a las formas naturales previas a la colonización inca, todo se calmó; estas ruinas proceden del reino de Mu, hace unos doce mil años, este importante centro ceremonial, que inspiró al de Delfos en la antigua Grecia, fue devorado, como el resto del continente, por los acontecimientos climáticos que acabaron en lo que hoy en día conocemos como el diluvio universal o el fin de la última glaciación, cuando el mar subió cien metros hasta el nivel actual – V5 la escucha fascinado, ella camina y habla como si estuviera en varios mundos a la vez – Hemos encontrado tablillas de un material desconocido, con una escritura previa a la sumeria, de una antigüedad aproximada de veinte mil años, por los estratos en los que se han encontrado. H1, un amigo geólogo, me ha comentado que avanzamos en un terreno en el que, desde hace más de veinte o treinta mil años, habitaron civilizaciones, como mínimo, tan evolucionadas como la egipcia o la inca, aunque todo indica que incluso pudieron estar más avanzados que la civilización actual – la chamana calla y le indica a V5 la entrada a una pequeña cueva iluminada por un foco al que un viejo y ruidoso generador da vida; entran y a escasos metros están obligados a continuar gateando y luego reptando, hasta que pasados un veinte minutos, cuando V5 está a punto de desmayarse, por un ataque sin precedentes de claustrofobia, siguiendo los pies de la chamana, entra a una cavidad enorme, una bóveda que haría palidecer a las cúpulas más deslumbrantes de las catedrales góticas europeas. Aun recuperándose de la subida dramática de cortisol y de la falta de oxígeno, V5 observa lo que se abre frente a él; mira a la chamana y cae de rodillas ante un espectáculo para el que no está preparado, «¿pero quién lo está?», frente a él, petrificada hace miles de años, lo que sin duda parece una nave espacial, sigue esperando por una tripulación que nunca llegó. Sobre ella, excavado en la roca, un túnel vertical, perfectamente cilíndrico, funciona como lanzadera que, por algún motivo, no se volvió a utilizar.
– Antes de que digas nada – comienza a hablar la chamana –, no tenemos permitido enseñar esto al mundo, ya he avisado al Ministerio de Defensa, lo sellarán todo a cambio de una donación que viene directamente de los Estados Unidos, doce millones de dólares, cómo las doce tribus de Israel, con esto sellan nuestras bocas. El Pentágono se hará cargo de la investigación y por supuesto no tendremos acceso a ella, pero nosotros sabemos lo que hemos visto.
– ¿Cómo conseguiremos que los trabajadores no digan nada? – pregunta V5
– Los que sepan tener la boca cerrada verán que merece la pena, les pagaremos el triple de lo que cobran en cualquier excavación arqueológica y al que se le vaya la lengua, simplemente le pasaremos el nombre al MINDEF y ellos le harán callar para siempre – concluye la chamana con su habitual personalidad fría, divina y reptiliana.
Sentado al frente de la mesa, en la gran cena que han preparado en el campamento, intenta digerir la situación. Sabe que la chamana estudio Derecho en una de las mejores universidades privadas de Perú, pero «¿Cómo es que conoce el protocolo para actuar cuando te encuentras una nave espacial convertida en roca de veinte mil años de antigüedad?» Algo se le escapa y «¿qué hacen todos estos vestidos de indígenas primigenios?, cuando, realmente, son una banda de mercenarios sin escrúpulos que harían lo que fuera necesario por un buen fajo de billetes», piensa V5, mientras mira a la chamana y sonríe al extravagante personal que puebla la mesa.
La chamana se levanta y propone un brindis, un clásico, uno por la Pachamama y otro por Mystic Pilots, que sufraga la excavación y paga las nóminas. Ya a solas, de nuevo, la chamana le comenta a V5 que en dos días viajarán a Lima, deben hacer innumerables gestiones para dejarlo todo en orden y cobrar esos doce millones de dólares; su voz le suena a ciencia ficción, V5 la desea y desconfía de ella al mismo nivel.
Se alojan en una casa en los acantilados de Barranco, el barrio de Lima que mira al Pacífico de frente. En dos horas se encontrarán en el MINDEF con el ministro y con el enviado del Pentágono. Al día siguiente la chamana informa de que V5 ha desaparecido; veintidós horas más tarde las bellas y homicidas olas del océano lo depositan frente a los acantilados de la ciudad que le vio nacer.
- Portada del genial pintor Ángel Duque @angelduqueofficial