- Siendo ya una evidencia científica y mística el que haya una subestructura subyacente al universo, que en esencia es el medio donde se registra todo y ofrece los medios para que cada cosa se comunique con las demás, ha llegado el momento de viajar hasta el centro mismo de nuestro interior. Viajar a través del espacio profundo de nuestra conciencia, meditando cómodamente sentados en un ferrocarril subterráneo cósmico, y llegar hasta donde la mente aquietada deja de negar el pensamiento del Creador. Y te fundes con todo, mediante resonancia cuántica; mediante tecnología neural holográfica; mediante la utilización del pensamiento, no como una sucesión de hologramas que unen moléculas en paisajes habitables, sino como la señal de estas moléculas… Emisiones de frecuencia de paz.
- Estamos entrando en una era en la que el sabio no tiene que hacer cabriolas en el circo para financiar sus investigaciones, sus viajes como parte de las mismas, o simplemente alimentarse. Los recursos necesarios se les ofrecen a los viajeros que buscan la totalidad, que es el Ser que todos llevamos dentro. Que buscan conocer todo su potencial en un universo, en un planeta, donde la inteligencia está descentralizada pero unificada. A los que saben que no somos máquinas de supervivencia genética sino que son, que somos, la Unidad misma, conectados con todos y con todo, hasta la última esquina de la Creación, hasta el mínimo aliento del Creador.
- El deseo de alcanzar la iluminación te lleva a indagar en ti mismo, preguntándote continuamente qué hay tras el pensamiento, tras la voz que habla en tu mente. Indagar en quién eres realmente provoca que tus pensamientos se aquieten, que tu mente se atenúe y baje la intensidad de su acción desordenada. Este estado te va acercando a escuchar una sola voz en tu mente; de esta manera tus pensamientos comienzan a estar ordenados, comienzas a llevarlos allá donde quieres que estén y a ver en tu mente lo que quieres ver. De esta manera alcanzas la autorrealización, pues has conectado contigo mismo, estás contigo mismo, eres tú mismo y distingues la ilusión de tus pensamientos de la verdad de tus pensamientos. Este estado te va llevando hacia el desapego con aquel mundo que visitan tus pensamientos sin tú estar presente en ellos. El mundo de los pensamientos, de la realidad inventada por tu mente, cuando escuchaba mil voces a la vez. El desapego te ofrece un espacio entre los objetos y tú; dualidad entre realidad e ilusión, que te va fundiendo con la única verdad, con la unidad universal. Después dicen que viene la no percepción de los objetos, Unidad con Todo. Y por último la trascendencia, unidad con todo, con todos y con el Creador de la única voz real que habla en tu interior.
- El estado que trasciende el discurso y el pensamiento es el vacío necesario para que nuestra mente se abra y sea todo, lo huela todo, lo saboree todo, lo vea todo, lo oiga todo, lo toque todo y lo piense todo. Ese estado es meditación sin actividad mental. Partícula convirtiéndose en onda, lo denso haciéndose sutil por sí solo. La cuántica dualista, observador – observado, disuelta en un patrón de interferencia de onda unificado. El sometimiento de la mente es meditación. La voz que te habla sin voz. La meditación profunda es eterno discurso. Silencio que habla perpetuamente. Olas de mente crucificada que sonríe aliviada porque ha dejado de pensar y ha comenzado a ver la impermanencia de la respiración y la fluidez eterna de la ausencia de respiración. El silencio habla perpetuamente, es el fluir perenne del lenguaje. Los clavos de Cristo martilleando en silencio mientras Él sonríe porque no es un cuerpo, siempre ha sido libre, porque siempre ha sido como su Creador le creó. El verbo es mudo, porque las palabras obstruyen este lenguaje mudo del eterno fluir del discurso único e inmutable. El silencio es permanente. Silencio significa elocuencia, el silencio es elocuencia incesante, es el mejor lenguaje. Si tras crearnos lo primero que hizo el Creador fue La Palabra, imagina el poder de su Fuente, El Silencio.